"No hay original, el modelo de la copia es ya una copia, la copia es una copia de la copia; no hay más máscara hipócrita porque el rostro que encubre la máscara es ya una máscara, toda máscara es sólo la máscara de otra; no hay un hecho, sólo interpretaciones, cada interpretación es la interpretación de una interpretación anterior; no hay sentido propio de la palabra, sólo sentidos figurados, los conceptos son sólo metáforas disfrazadas; no hay versión auténtica del texto, sólo traducciones; no hay verdad, sólo pastiches y parodias. y así hasta el infinito." Pierre Klossowski.
El presente conjunto de piezas, que siguiendo al autor de la cita podríamos calificar de paródicas, se agrupa bajo la influencia de la obra del propio Klossowski. Desde el mismo título de la exposición, Tan funesto deseo, apropiación de su libro homónimo.
Esta influencia cabría inscribirla dentro de un ámbito más general y abierto de mi trabajo, en el que se incluirían las distintas obras que he ido desarrollando estos últimos cuatro años bajo el lema de Estudios sobre erotismo.
La selección de estas piezas se plantea, no tanto como una reivindicación erudita de la figura de Pierre Klossowski, tarea por otro lado vasta y compleja, como lo es toda su obra, sino como reacción al estremecimiento que la lectura y la visión de su trabajo me producen. Las que agrupo bajo el título general de Estudios sobre erotismo (tomado del famoso texto de Bataille L'Érotisme) giran, en realidad, en torno a tres nombres. Tres autores que, a mi entender, han hecho de este tema uno de los ejes fundamentales de su búsqueda: los dos ya citados más Pascal Quignard.
Las obras que conforman la muestra dan visibilidad a un tema fundamental en la obra de Klossowski como es el deseo, pero plantean indirectamente cuestiones y preocupaciones que también podemos encontrar en ella, como son las relativas al lenguaje y el simulacro. Me interesa especialmente su libro El baño de Diana por las vinculaciones que establece entre el relato mítico y el erotismo a partir de la reinterpretación del mito de Diana y Acteón.
De algún modo la entrega, ese término al que alude el título de la obra, nace de un impulso escindido, que se debate entre el abandono y la prohibición. De ahí que el pudor, incluso lo puritano, no sólo aparezcan como un reverso para la desnudez sino, sobre todo, como el lugar desde el cual es invocado el erotismo.
Hay una serie de cuestiones que me parece importante enunciar a propósito de las obras que presentamos en Tan funesto deseo: ¿Qué relación se plantea entre escritura (palabra) e imagen? ¿Puede la escritura constituirse como una imagen y dirigirse a un espectador que ve, además de un espectador que lee? ¿En qué medida la cita literaria carga de sentido la imagen, la desplaza y la significa? ¿Cómo la escritura se manifiesta y registra su propio devenir como gesto vinculado al cuerpo? ¿Qué implica el gesto de reescribir como apropiación y en qué medida la cita se activa en una emoción compartida?
La relación entre imagen y palabra (texto) aparece también indirectamente en la obra de Klossowski. Éste abandonó la escritura en favor del dibujo porque entendía que el dibujo era un lenguaje que mostraba mejor esa brecha con lo incomunicable. En palabras del propio Klossowski, "ha habido una ruptura absoluta con la escritura. Pasando de la especulación a lo especular ( ... ) Existe un fondo incomunicable, irreductible, que no se puede expresar y para el cual se crean equivalentes. Se suscita así una tensión entre la necesidad de comunicar y su imposibilidad".
Pero no sólo el eco de Klossowski en estas piezas. También el de Durero, Duchamp, Dreyer, Cranach, Degas, Nauman.